13 de septiembre de 2005

Las manos heladas: crisis ambiental, legislación y educación para la interdisciplinariedad


Tengo las manos heladas. No sé hasta qué punto será normal esto de que las mañanas, a mediados de septiembre, aún nos abracen con temperaturas más propias de julio.

La reflexión cae por sí sola: desde hace por lo menos dos o tres años he venido percatándome de ciertos cambios, algunos más sutiles que otros, en el comportamiento climático de esta parte del planeta (y, por medio de las noticias, de otras). Las estaciones están desplazándose en el tiempo, no me cabe duda: hace diez años el verano empezaba marcadamente en diciembre, y poco a poco ha ido adelantándose. Un punto de referencia es la fecha en que sufrimos la primera máxima del año superior a los 30 °C, que el año pasado atacó a fines de octubre.



[Figura 1. Obtenida de Vision Learning. Concentración de CO2 atmosférico medido en estación Mauna Loa, Hawaii, USA.]


Que el calentamiento global, que las actividades industriales de alto impacto ecosistémico, que Estados Unidos y el Protocolo de Kioto. El hecho, ahora, es que Katrina, los tifones en Asia, y las réplicas del diluvio universal en Santiago nos dan un marco de referencia empírico para intentar dimensionar la magnitud de lo que está ocurriendo con el planeta desde hace unos cuantos años (digamos, desde 1850). Las gráficas son elocuentes al respecto, y —por fortuna— no son de tan difícil interpretación. Buscando en internet, lo que uno encuentra con mayor facilidad son gráficas que representan el aumento de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera desde, aproximadamente, 1950-1960 (fig. 1). Vemos que la curva es sostenidamente ascendente, y pareciera que la tasa de cambio es relativamente constante en este período.


[Figura 2. Obtenida del Departamento de Medioambiente y Patrimonio del Gobierno Australiano. Niveles de CO2 atmosférico medido en núcleos de hielo (Etheridge et. al. 1989, 1996, 1998; Morgan et. al. 1997) y directamente en estación Mauna Loa, Hawaii, USA (Keeling et. al. 2002).]


Sin embargo, las gráficas más interesantes son las que muestran idéntica información, pero utilizando un marco temporal más amplio, digamos, desde el siglo X de nuestra era (fig. 2). En ellas, el contraste es dramático, y se observa con facilidad la magnitud del impacto que ha tenido la actividad industrial sobre una de las variables macroclimáticas más trascendentales de la biósfera.

La constatación de este fenómeno nos obliga a buscar una explicación en las políticas ambientales de los gobiernos del mundo, que han surgido como respuesta necesaria (pero aún insuficiente) ante las proyecciones que el calentamiento global y otras calamidades derivadas de la industrialización arrojan como cuasi-certezas de no-futuro para la humanidad. Es decir, lo que se está haciendo, lo que se intenta hacer y poner en práctica. Naturalmente, las políticas de Estado son simples derivadas de una función más macroscópica, que es el Estado en sí, y cuya variable es el gobierno de turno. Por lo mismo, el acto de derivación de la ecuación se transforma en la herramienta fundamental por la que los gobiernos hacen del Estado una institución con sentido para la ciudadanía. Esto se ve reflejado en los hechos concretos que, para beneficio o perjuicio del país, se perciben como productos de las leyes promulgadas, reformadas, derogadas, vetadas, etc., y que tienen un impacto relativo sobre la sociedad, impacto que a su vez tiene una réplica, generalmente amplificada, en los medios de comunicación.

Creo que, hasta cierto punto, todos estamos siendo un tanto estoicos al respecto, pues —con algunas excepciones— aún nos quedamos sentados mirando, por televisión, cómo los periodistas se limitan a informar sobre el hecho de la legislación en curso, como una suerte de dato anecdótico respecto a la actividad legislativa como tal y no precisamente sobre la materia sobre la que se legisla, y que para el caso que nos convoca (las políticas ambientales), es de la mayor importancia.

La responsabilidad de los medios en este ámbito es enorme, pero no mayor que la del Estado mismo, en tanto éste es el elemento central de una compleja red de retroalimentación cuyo resorte fundamental, a nivel de la sociedad, es la educación. De nada sirve discurrir, en términos de futuro, sobre las políticas ambientales emprendidas por el Estado en tanto la sociedad no se esté beneficiando de una educación a la medida de las expectativas del país. Y acaso éste sea un vértice del asunto, en la medida que la sociedad se encuentra en un estado cultural que considera como secundarias las expectativas colectivas y enfatiza el desarrollo individual hasta volverlo individualista. En esta dinámica sociocultural, los individuos no se transforman en ciudadanos, sino en meras estaciones repetidoras de un discurso oxidado, populista e intelectualmente degradante. Por lo mismo, es necesario incorporar al mecanismo de retroalimentación elementos renovadores y frescos, que sean capaces de captar el momentum de cada problema posible, y dirigir y enfocar la acción en el sentido adecuado. Naturalmente es necesario plantear esta perspectiva en el contexto de un fructífero diálogo interdisciplinario, pero éste sólo es posible en tanto la educación de los ciudadanos que lo practiquen hayan entregado las herramientas, conocimientos y destrezas necesarios para concretarlo.

6 comentarios:

Anónimo dijo...
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Luisa Ballentine dijo...

Yo tenía la sensación de que el verano se estaba atrasando, porque nunca en septiembre hizo tanto frío. Además que piensa que hasta abril tuvimos calores, por lo que el desplazamiento dejó el frío para mayo y hasta ahora.

Pero claro, como no tengo grafiquitos ni cosas, nadie me cree.
jjajaja, un beso

Anónimo dijo...

La verdad es que el cambio climático de hecho está siendo registrado,y me parece que hace más de 10 años ya hubo un cambio notorio,al termostato humano, en las estaciones según me contaba un profesor que trabaja en el laboratorio palinología de la universidad ( donde el año pasado estuve haciendo , junto al famoso, una pasantía). De hecho, nos mostró una gráfico que registraba desde 1800 más o menos (no lo recuerdo bien) la variación de la temperatura (o el calentamiento,a esta altura no lo sé) en Chile, y a partir de alrededor de 1970 se registraba un alza formidable en ella (ojo, cosa importante esto proviene del hemisferio norte).Supongo que esto se puede adherir como un dato más, porque lo que nos contó y mostró fue bastante más.
En fin, la cosa es bastante clara, a la larga puede darse el caso de que las leyes no se siguen completamente, por lo tanto la educación es impresindible no sólo para la compresión del fenómeno y la discusión de leyes en el parlamento.

Anónimo dijo...

Acá se plantea un problema de diálogo interdisciplinario, de educación, del círculo vicioso que produce la mala educación en diversas materias. Se critica al Estado y los medios, en fin...¿cómo revertir el asunto si las escuelas de periodismo son como el forro y los políticos provienen de familias de políticos o son herederos de la dictadura?(jajaj q siemrpe salga al baile ¿no?)
atte
yo

Anónimo dijo...

Keep up the good work
»

Anónimo dijo...

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